lunes, 24 de agosto de 2009

Disección al Monstruo Sistema

Nosotros, corpúsculos sociales, nos desenvolvemos lo más plenamente posible dentro de un sistema que se mueve y que respira. Somos la unidad mínima de organicidad en la dinámica social: consumidores, antes ciudadanos. Y antes de eso (habrá quien se acuerde) fuimos seres humanos.

¿A quién culpar cuando, deteniendo el carrusel donde giramos para echar un vistazo a lo que estamos logrando, descubrimos que como ciudadanos y/o humanos no estamos de acuerdo con las condiciones en las que este carrusel gira? Respuesta lógica: ¡al Gobierno!

Pero verás: existe un monstruo de muchasmil cabezas que es, digamos, el fabricante y operador del carrusel en que estás montado (y sí: como caballito de carrusel estás soldado y sólo puedes ir para la dirección en que el monstruo diseñó). El monstruo se llama Sistema y, como el Coco, seguro habrás oído hablar de él. Este monstruo representa una pecera donde nosotros nadamos, sintiéndonos diferentes aunque seamos mismos peces y entendiendo su cristalina y turbia agua como el océano, la única agua posible. La pecera no es pecera, como el truco del diablo ha sido convencer al hombre de que el diablo no existe. Aquí una disección/retrato hablado del monstruo.

(Paréntesis: si te dan miedo los monstruos y no puedes dormir cuando conoces a uno, puedes dejar de leer y volver a la pecera)

El Gobierno es la piel del monstruo, la cara. El órgano más grande del cuerpo. Es natural que todos se quejen contra el gobierno por lo que el Sistema hace dado que el rostro es el lugar más escupible y cercano para contemplarlo. Pero sería como asumir que el conejito es solo diente bonito y colita de algodón, y no tiene vísceras ni caca en ebullición dentro de sí, como todo otro ser vivo.

Lo primero que hay que ver (cuidando de no tocar) al hacer la disección, es la médula espinal: desde el cerebro hasta el culo, el Capitalismo se extiende a sus anchas permitiendo que todo pueda moverse. Se trata del modelo económico, ideológico y social en el que se mueve el cuerpo del Sistema, y condiciona todo lo que sus partes hagan o dejen de hacer. Del Capitalismo salen ramitas que llegan a cada parte del Sistema. El Consumismo logra así, como enramado nervioso, lograr que los conceptos como compra-venta, oferta-demanda, necesidad-placer (entre otros) se exacerben hasta el máximo y perpetúen la vida del Sistema. Todo el Monstruo depende de esta dinámica fundamental.

La Familia - organismo dentro del organismo - es la célula que fomenta, transmite y perpetúa toda acción decidida por el monstruo. Lo logra ejerciendo su influencia nerviosa en el llamado “sistema de valores”: románticos bacilos que permean a las familias y se arraigan en ellas, y cuya carga de utilidad social se trasmuta temporalmente de acuerdo a los intereses del Sistema.

La Iglesia – no la católica en particular, sino toda institución que regula la fe de una colectividad (esa creencia infundamentada del ser humano a las cosas que no puede explicar) – es la encargada de regular los bacilos del “sistema de valores”. La Iglesia limpia al Sistema, lo depura, ejerce un control ideológico directo sobre la parte del individuo que no contempla el resto del organismo.

El sistema circulatorio es vital. Parece que no es importante porque siempre está ahí, irrigando detrás de los órganos, pasando como si nada, yendo y viniendo con la sangre y, en ella, todo lo que el Sistema necesita para alimentarse internamente… pero sin llamar demasiado la atención. Se llama Mass Media; es todo el entramado de medios de comunicación y, simplemente, el Sistema depende de él porque sin este mecanismo tan complejo y caprichoso no puede ni siquiera hacerse llegar sus funciones a sí mismo. Ni el cerebro funciona sin sangre, y el corazón (mainstream) lo sabe (y ejerce poder por saberlo).

Capitalismo, Consumismo, Gobierno, Familia, Iglesia, Mass Media… órganos importantes. Pero el Sistema también está compuesto por órdenes menores que lo ayudan a ser tan abrazador: vísceras y fluidos, apéndices (miles de apéndices), huesos y demás curiosidades. Así: Gobierno tiene a Milicia, encargada de poner orden a favor del Sistema (sea necesario o no), apelando a un sentimiento casi hormonal que el monstruo nos ha inventado llamado Nacionalismo o Soberanía, ideales que se inyectan eventualmente al sistema de valores y repercuten en la lealtad colectiva de los individuos. Endorfinas, qué más da…

Democracia: parte fundamental del Sistema. El monstruo no va a permitir que una revuelta (miserable virus) afecte su superviviencia. Antes de salir y poner correas materiales sobre las correas invisibles que tiene en su telaraña, permitirá que los individuos crean que esas correas no existen: que pueden escalar la telaraña, tejerla con el monstruo, ser parte del monstruo. Te permite creer en el libre albedrío, en la posibilidad de confrontar al Sistema, de salirte de su red, de luchar en contra suya. Los “movimientos antisistémicos”, aparato inmunológico del Monstruo, son regulados y controlados, pero siempre posibilitados. La carta maestra está en el ideal democrático, tácito y común acuerdo entre el Sistema y los Víruses que desean impactarlo al fin.

El sistema educativo, aparato reproductor, encargado también de definir los roles de los individuos a favor del Sistema entero, mecanismo de control primario, alienante directo que llena los huecos que la Familia no pudo llenar a tiempo. Burocracia: organismo funcional que depura los protocolos sobre los que el Sistema opera. Clases sociales: sistema de entretenimiento que hace posible al Sistema tener sentido para sí mismo, motor de la dialéctica. Esnobismo: mi parte favorita, corpúsculos que caminan entre nosotros, representantes del sistema inmundológico que generan las clases sociales. Si ellas son el motor de la dialéctica, el Snob es el aceite en sus engranes.

Hegemonía: por fin el cerebro. La globalización capitalista, no tan solo económica, sino también ideológica, cultural, social… el leit motiv del Sistema. Lo que convierte a este maravilloso ente gigantesco en un Monstruo ojete a quien habrá que echarle la culpa de algo.

¿Habrá que echarle la culpa de algo?

Tener conciencia del monstruo es el primer paso. No se puede uno salir del Sistema, no escapar de sus garras. A este licántropo (porque es un verdadero Hombre Lobo) no hay bala de plata que lo asesine. Nos queda la conciencia de que no es solo un Gobierno o un Estado de Derecho lo que nos está pesando, sino una entidad mucho más compleja. No podemos matar al Monstruo, pero podemos pasarla mejor entre nosotros si esa conciencia nos lleva a concluir que, aunque giramos al mismo lado que todo el carrusel, nuestro caballito puede ir viendo para otro lado. Para evadir al Licántropo debemos dejar de ser Hombres como lobos de Hombres. De ahí, en chiquito, se empieza a cambiar al mundo. El cáncer empieza igual, tumor insignificante…

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miércoles, 19 de agosto de 2009

En San Manuel se dice "buenos días"

La ciudad de Puebla es un pueblote o una ciudadcita, creciendo como toda ciudad a pasos inhumanos (nótese la doble connotación de lo afirmado).
Como la ciudad crece, el ritmo de vida se dispara. Las distancias se vuelven enormes, el tráfico se hace insoportable y de a poco el gérmen que nos roba lo humanos para hacernos agentes de consumo se hace más grande que la civilización o la noción que de ella quedaba. Y la gente, en consecuencia, se vuelve desconfiada.
Recuerdo que cuando era niño me gustaba ir a casa de mi abuela en la colonia San Manuel. San Manuel, para contextualizar, era (es) una colonia de "gente vieja" y "familias bien". No de dinero, sino de valores familiares y sociales lo suficiéntemente arraigados como para darle a toda Puebla la imagen de "mochos" que a pulso se ha ido ganando. Me gustaba ir, pues, porque me encantaba el hecho de salir a comprar tortillas o lo que fuese con mi abuela, y ver cómo cada persona que se cruzaba en nuestro camino intercambiaba un "buenos días" sin el menor problema.
Resultará insignificante, pero en aquellos años - y aquestos años también - me resultaba increíble que la gente pudiera saludarse sin conocerse, como rutina provinciana (o de pueblo) y signo de la buena fe. San Manuel era, también, una de las colonias más seguras de Puebla.
Paraíso artificial, fuera de las ancianas malhumoradas regañando a quien pisara el parque aunque para eso fuera hecho, el poder sentirte en una colonia como si toda la colonia estuviera de acuerdo contigo. Razón de más para confiar en la gente; y cuando confiabas en la gente, la gente confiaba en ti. No nos sabíamos nuestros nombres, pero el "buenos días" era la manera de llamarnos entre nosotros. A veces nos veríamos solo una vez y no nos acordaríamos de nuestro rostro, pero el "buenos días" nos aseguraba un cachito de certeza de que era un rostro de humano. Y era suficiente.
Crecí, más despacio que la ciudad misma, quizá. Y cuando me emancipé decidí irme a vivir a San Manuel. Porque en San Manuel, pensé, se dice "buenos días". Aquí vivo y he de decir que no es cierto: la ciudad se tragó a mi colonia querida. Es, finalmente, lo mismo que casi todo. La gente ya no saluda, como en casi cualquier parte. El aire de desconfianza impera, la gente se cambia de lado de la calle desde que te ve venir si no te ves como quisieran verte. Si te escuchan caminar detrás de ellos aceleran el paso (¡y ve que no tengo tanta facha de malandrín!) y peor: si les dices "buenos días" puedes obtener dos respuestas 1) que te vean como bicho raro, te barran con la mirada y caminen más rápido o 2) te responden "buenos días" con cara de "ora qué pedo?". Peor la segunda respuesta.
Por mi parte, observo y escribo lo que voy sintiendo: que adentro traigo al humano por encima del ciudadano, que la desconfianza encontrará tantas excusas (que la inseguridad, que la trata de blancas, que los robachicos, que los racistas, que los mormones, que los...) como posibilidades encuentra, si se rasca, la hermandad; que no hacer daño, a veces, dejó de ser suficiente para ser buena persona - al menos, que es lo peor, desde el punto de vista del "otro".
Yo sigo diciendo "buenos días" y, por excepción a la regla, a ratos encuentro quien contesta. Y después de la sorpresa le brillan los oclayos como si resumiera la esencia de lo que aquí vine a escribir. Y, cómo no, entonces sonrío.

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lunes, 17 de agosto de 2009

Comunicar.

Primer comercial del blog.

Con todo lo que desprecio a mi carrera, la comunicación sigue siendo la pasión oculta (¿el placer culpable?) detrás de todo lo que experimento. Comunicar es a veces una cosa muy simple y a veces demasiado complicado. No es complejo, es complicado. Porque se trata de saber concretar ideas útiles - o no tanto - de una manera efectiva y que involucre al otro. A veces, al comunicar, se puede hacer arte en su definición más escueta.
Dejo aquí un link a un canal del ICE, el instituto de comunicación especializada, que es la escuela de una Maestra (con eme mayúscula) que me gusta pensar que puedo llamar amiga mía. Más allá de la publicidad a su escuela - que el tiempo dirá si se la merece - me gusta resaltar el trabajo de su gente y su compromiso con esa parte útil, estilizada y transgresora que la comunicación le debe al ser humano/social. Checa la propuesta audiovisual que comparto, si te interesa pide informes y si no, con checar basta. Seguimos amorfizando vida, de una u otra manera.
Salud! y gracias a los amigos responsables de que ICE se merezca mis respetos!

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domingo, 16 de agosto de 2009

Va del hambre

Lo cuento nada más así, a manera de intempestiva anécdota y lo más literario que se me ocurra.

Sucede que por causas autoprovocadas y razones que ya tocaré en algún otro post yo, pequeño burgués semiacomodado, me quedé sin dinero. Lo que se dice sin dinero: ni un condenao peso en el bolsillo, ni comida, ni teléfono, ni internet, ni pasajes...

Caminaba a buscar a un amigo que me adelantara algo de lo que gano en el teatro, a fin de comer algo. Llevaba 1 día y medio sin comer nada (miento: comí 6 hielos que había en el congelador y los otros 6 los derretí para beber algo, neta). Caminaba porque no hubo pal pasaje. Y se siente muy mal, tener que caminar con tanta hambre. Y pensé en la gente que hace del hambre su cotidiano.

Mira que me choca poner fotos que pretendan conmover - bien a lo reportaje de tv azteca - sobre el tema que se trate. Pero en esta ocasión me vino la gana regalar dos cuadros no conmovedores sino documentales.

Es la gente que no tiene esperanza de vida, que come hormiga si a la hormiga le parece. Es la gente hambre, la que se moriría de risa si leyera que pensé en ella tras 36 horas sin comer, y se moriría de pena por quien come las 5 veces diarias que el nutriólogo le sugiere sin pensar siquiera en ellos. Pero no mueren de risa ni de pena: mueren de hambre. Morir de hambre. Es algo más cabrón de lo que suena, quisiera de momento imaginar.

Y la reflexión se volvió oscura: cuando el universo se implosionó (o papá dios hizo al mundo, pa quien guste) y las cosas se crearon, la mierda era mierda y el oro era oro. Y la mierda y el oro valían para la Tierra lo mismo, salvo que el oro no fertilizaba nada. Y en algún momento el ser humano, con la civilización en pañales como era natural, volvió más valioso al oro que a la mierda, porque brillaba más o ve tú a saber por qué. Y no fue malo, fue una idea a favor del orden y de la interacción. Lo malo fue cuando, sin que pidieran la opinión de quienes merecían opinar, se comenzó a darle más valor al oro que a la gente; y ahí sí me encabrono porque entre la gente y la mierda existe, todavía hoy, una diferencia.


Y nació la "sociedad de consumo" y con ella empezamos a darle valor a quien tenía más valores. A lo mejor, lejos del fanatismo que trastoca el asunto en injusticia, no estaría tan mal el modelito. ¡Pero hay cosas que son elementales! Yo puedo entender que ese cabrón tenga un Mercedes y yo tenga que caminar a mi destino; puedo enojarme, pero puedo entender. Yo puedo entender que un diputado gane al mes lo que yo voy a ganar en 2 años, no pague un puto impuesto y con los que pago yo se compre un rolex, aunque no arreglen el reloj del parque y uno tenga que aprender a ver la hora con la sombra del mediodía. No puedo, todavía y sin embargo, entender que un cabrón no pueda comerse una pera sin pagarla. Peor: que el amigo que cultiva las peras, que las cosecha y las agrupa en la tierra de su casa, no pueda comerse alguna sin pagarle a quien lo emplea: el hombre de la Ford Lobo que paga a peso el kilo de naranjas y las vende en lo que quiera.

Que todos coman, porque la comida alcanza - ma cae que alcanza - y, ya comidos todos, que el que quiera y pueda y dejen se compre otras dos naranjas o un Mercedes o un curul. Fotos como las de arriba son innecesarias. Aquí, deste lado, nos parece hablar de hambruna una forma atractiva de sentirnos seres sociales: con el kilito de ayuda de aurrerá, o la bolsa de frijol en six flags, o los conciertos de bono y las ayudas multimillonarias de la publicidad altruista de algunos famosos que - no se entienda mal - ayudan a solucionar un problema real. Mi postura sigue siendo que es un problema gratuito; que la cosa no está en buscar solución al hambre sino en tener el sentido común de que el hambre no debería exisitir de entrada. ¿Por qué fabricar pantalones rotos para después tener que remendarlos? (y la voz de adentro: "porque somos consumidores, no humanos").

Sé que no vamos a acabar al hambre, y sé que hay intereses políticos en que esto suceda así, y sé que al mundo no le importa... pero ¡chingaos! ¡Está del carajo! No te voy a decir que no comas en mcdonals o que siembres tus propias lechugas o que dones tus bienes a favor del hambriento en África; no tendría el menor sentido. Te pido en cambio que pienses en lo que me vino a mí a la cabeza y le concedas importancia. Tener conciencia de las cosas es acaso el primer paso para generar una sociedad más humana y menos mierda que la que hemos consentido.

Y si un carnal te dice que lleva algunas horas sin comer, no te pongas muy rejego y regálale un sandwich o algo por el estilo. No lo digo por mí aunque parezca: hay carnales por ahí que no te piden nunca nada porque nunca les preguntas. Sal a ver si es cierto (y lleva un sandwich por si acaso...)


P.D. La última foto siempre me ha parecido hermosa, la dejo de regalo:

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El Sentido de la Vida (The meaning of life)

Por fin, después de mucho tiempo de tener la intención de ver esta película, la he visto. ¡Y ahora heme aquí, recomendándola!

Sucede que esa agrupación inglesa denominada "Monty Python" no es muy conocida por muchas personas en este lado de la cultura. Son (fueron) un grupo de 6 ingleses dedicados al teatro y posteriormente a la filmación de seketches con un humor inglés ácido, brutal, cínico y crítico.

Viene a colación en este blog hablar un poquito de la que fuera su último trabajo de largometraje: The Meaning of Life (1983). Aquí les dejo la secuencia de presentación de la película, introducción bastante hilarante, y luego seguimos comentando un poco:



"¡Miren: van a comerse a Howard!... lo pone a uno a pensar ¿no?" (onomatopeya de risas aquí). Es una secuencia genial: peces nadando de aquí para allá, dándose los buenos días como para enfrentar su rutina, en una pecera...

Sobre la peli, la recomiendo para quienes tengan o gusten tener un poquito de amplio criterio. Por favor, alumnos y menores de edad con mucha dependencia de papás y/o poca lectura, abstenerse. No es que quiera implementar el debate moralino, sino que quiero evitar problemas de interpretación (sobre todo con los padres de familia) y, por qué no, estimular su curiosidad. Yo valoro mucho la forma ácida y directa que tienen los autores para hablar de cosas a las que estamos acostumbrados a tratar de disfrazar. Y lo hacen en una serie de capítulos trabajados como historias cortas e independientes entre sí, que te llevan desde el nacimiento hasta la muerte pasando por los estados de la vida más sobresalientes (educación y crecimiento, edad madura, vejez, trasplante de órganos...)

Lo rescatable es encontrarte crítica tan mordaz hacia cuestiones que "lo ponen a uno a pensar" desde la manera más brutal que se pudiera ocurrir, haciendo que uno se ría sin dejar de darse cuenta de ideas que parecen coherentes. La iglesia católica y sus (algunos de sus) bemoles, la guerra, la educación sexual, la explotación laboral, el ridículo de las sociedades de consumo... y es en eso en donde parte la lectura más profunda de la cinta, cuando vemos que detrás de la capitulación y detrás de los temas, existe un trasfondo social y personal que afecta - que duele - porque representa a este lugar en que todos andamos en común aunque no nos guste: la vida.

Después de verla y disfrutarla (o aguantarla, ya depende de la viscera de cada quién) se puede hablar largo y tendido sobre cosas que de tan absurdas nos resultan personales. De eso se trata este blog, y como no me gusta hacer spoilers gratuitos, me quedo con recomendarla, esperar que la vean y después, si gustan, comenten o sigan leyendo el blog, que al fin y al cabo siento que estaremos hablando de lo mismo.

Se vale que no te guste la película, claro está. Y creo que si no te gusta, entonces tendríamos más por donde darle vueltas porque lo que no se vale es restarle la importancia que el mensaje - y el tratamiento - sugiere. ¡Comentad, entonces, para hacer crítica en conjunto!

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jueves, 13 de agosto de 2009

Primera aproximación a lo que la Vida es.

Ponerse a pensar: el cielo que ves arriba de ti, es el mismo que vio el papá del abuelo de tu abuelo, y ese mismo cielo fue visto por el primer Maya y atrás. El mismo suelo. Cuando el antecesor del hombre despertó (por la mano de papá dios o por un capricho de la ciencia) la Vida ya existía. Millones de millones de años de vida. Y seguro que cuando nuestra generación (tu generación, la mía, la del hijo de los hijos de tus nietos...) la Vida seguirá ahí.
Digamos que un ser humano en nuestro contexto occidental tiene una esperanza de vida - por poner un número cualquiera - de unos 60 años. Sesenta años. 60 años de vida que, para La Vida, representan un suspiro; un parpadeo. ¿Qué son 60 años para una Vida que podría ponerle ceros enfrente hasta cansarse a lo que va durando? Pero tú sólo tienes 60, y es mucho.
Seguir pensando: te regalan, porque no sabemos de dónde chingados parte la vida (y francamente, si lo reflexionas, es lo menos importante), un suspiro de Vida. Te ofrecen la oportunidad de que ese suspiro que desde aquí parece mucho, te corresponda. Y te das cuenta, un buen/mal día, de que con eso te ofrecen la oportunidad de tratar de asumir en ese suspiro lo que alcances a asumir de TODO lo que La Vida ha puesto en El Tiempo. Pela los ojos cual huevo cocido: tienes 60 años para aprehender lo que se pueda de los 6000000000000...000 de años que La Vida tiene. No puedes hacer más con ese suspiro.
Pensar cabizbajo: te das cuenta de esto cuando tienes 16? 18? 26? (réstaselos a 60). El ser humano armó un sistema para organizarse que te impide - o te hace creer que te impide - acceder a la mitad del "bufet" que La Vida ha desparramado en su tránsito por el tiempo. Venga, agacha más la cabeza. De la mitad de las cosas que puedes tomar del "bufet", le vas poniendo peros a la mitad!!! No probar porque hace daño. No comer porque es - a saber por qué - importante la dieta; no decir la verdad porque puede herir al otro; no ver las estrellas porque la luz contamina, no prender la vela porque la luz es importante; maquillarse, leer el diario, ser el rico o ser el pobre o ser el algo; no tocar, no pecar, no intentar, no soñar, no expresar, no no no no no...
Resumir: la Vida es lo que está en medio de lo que te dejan aprehender y lo que te prohibes. Ya hablaremos de sociedad en otro post; de vida, lo que se dice Vida, se puede empezar por decir que está ahí y no depende de nadie. Y ahí va a seguir. Y nosotros, con el suspiro que no es nuestro pero nos corresponde, todavía podemos ir probando de a poquito. Con una condición: no probar es casi lo mismo que probar algo y quedarse probando lo mismo.
Partamos de aquí, que levantar la cabeza después de ponerse a pensar es tan fácil como leer un blog o escribirlo o entenderlo.

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Sobre el autor del blog


Escribo esto porque me gusta cómo se escucha la palabra "autor".

Nací hace 24 años y, aunque 13 de ellos los he dedicado a intentar teatro, terminé estudiando una licenciatura en comunicación. No creía en las licenciaturas cuando empecé a estudiar, pero casi al final de la carrera también dejé de creer en la comunicación como objeto de estudio profesional. Y en casi todo. Se me pregunta a qué me dedico y respondo:

Soy un elaborador de sonrisas, arquitecto del ocio, cotorreólogo independiente. De vocación docente y de pasión teatrero. Antropólogo espontáneo, soñador empedernido, activista social de medio tiempo. Escritor de cuando en cuando. Eterno observador, curioso como (comparación aquí de algo muy curioso que no sea el estereotípico gato), imaginador desbordado. Me gusta seguir siendo cada día lo que el día anterior siempre quise ser.

Me gusta el cine, la confrontación directa y la resolución pacífica; escribir aforismos, quejarme hasta de que me quejo, quitar máscaras, analizar dinámicas sociales y divertirme en el intento. Divertirme en el intento. Divertirme. Vivir de cuando en cuando, comer de siempre en siempre, enamorarme. Planear cosas que nunca hago y hacer cosas que no planeo. Aprender, conocer y jugar. Sobre todo jugar. Jugar con las palabras, jugar con las sonrisas, jugar con las personas, jugar con los que no juegan...

Dicen que no he madurado, pues sigo pensando como muchacho de 12. Espero con los años madurar y lograr pensar como muchacho de 6, que de eso se trata el juego. De todo lo que he escrito es de lo que escribo, y por eso me hago pasar por "autor" en el encabezado de este blog. Actualmente me encuentro en perenne campaña para asesinar mi ego y, dicho sea de paso, degustando una deliciosa galleta de chocolate remojada en leche fría, uno de esos placeres extraordinarios con que debe cerrar una presentación decente.

P.D. Para quienes no han entendido la descripción de esta manera o en este estilo, a riesgo de matar toda poesía que sucediera en mi presentación, les digo: soy a fin de cuentas, en el eneagrama, un típico eneatipo 5 con un ala 4 desarrollada casi de mi tamaño y un perfecto balance con la parte redimida del eneatipo 8. Para que quede claro y ahondando en mi personalidad.

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Presentación y Bienvenida

El título que me volverá licenciado dice que estudié comunicación. Yo la verdad no sé. Pero sé que para comunicar algo hacen falta cuatro cosas: algo que decir, algo por dónde decirlo, alguien que lo diga y, lo más importante, alguien que lo reciba. Y sólo se pone sabrosa la cosa cuando el que lo recibe reproduce el esquemita de vuelta y para otro lado. Eso hace a la comunicación tan particular: el derecho de réplica.

Aquí se trata de comunicar ideas que van saliendo. Filosofía barata (porque el título que me hará licenciado no dice que yo sepa nada de filosofía) que procuro colocar en busca de ser comunicada y, si mereciera la pena, reproducida. Sobre todo cosas que atañen a la vida y la dinámica social, partiendo de meros puntos de vista y jugando un poquito con las letras para que se vea más que nada bonito y - ¿por qué no? - entretenido.

De manera que es importante comentar, amig@ mí@, aunque sea un "no estoy de acuerdo, chingaos!", que lo importante es la cuarta parte del esquemita, donde las ideas en vez de ser paridas y botadas, se vean retroalimentadas y enriquecidas. No quiero que las ideas aquí sean definitivas, sino que vayan perdiendo su forma y componiendo formas nuevas que hagan el proceso harto llevadero, acaso productivo. De ahí el nombre: "Amorfista", que si bien no quiere decir nada, digamos que significa "aquel que quita la forma".

Solo son ideas sueltas, amarradas en blog para ser comentadas (lo que yo hago), masticadas (lo que hacemos todos), y digeridas o vomitadas (lo que harías tú, lector). Bienvenid@ y gracias por concederme la importancia de leer lo que aquí escribo. A darle.

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