domingo, 11 de abril de 2010

Cuando yo te digo llego...

No nos puede gustar todo. A mí me molesta, por ejemplo, que los investidos de autoridad la derrochen a madrazos contra el otro; que pierdan siempre los que ignoran que están perdiendo. Me molesta que no me digan la Verdad, que los autos rebacen el paso peatonal, que cuando ya dijiste basta te sigan diciendo "otra copita" y que la gente orine en la calle. Muchas cosas me molestan, pero solo algo me hace enojar: que me dejen esperando.

Mi filosofía y mi forma de vida son amigas de la idea de no generar espectativas. Generar espectativas es un ejercicio intelectual que desgasta, que emite energía en probables. Desde el momento en que alguien espera algo, derrocha energía que no se emplea en construir, sino en "espectar". No es que sea un desperdicio, porque no toda la energía debe ser usada para construir, pero es energía que se fuga del aquí y el ahora para permanecer indefinida en un evento latente. Pero cuando ese evento latente se posterga o no sucede, esa energía -ahora sí- se desperdicia.

Funciona así: fulanito le dice a menganita que llega a su cita (a su consulta, a su partido, a su casa, a su conferencia, a su...) a las X de la tarde. Desde en la mañana, menganita organiza su día y pone en marcha su energía, con la consideración (fuga) de que a las X viene fulanito. Pero a las X, no ha llegado. La conciencia de que llegará le hace poner doble interés en su espera. Y puede estar haciendo cualquier otra cosa, pero la fuga es grande de todos modos, porque esa espectativa se enfatiza. A las X:Y llega fulanito. No hay problema, no pasa nada (en la mayoría de los casos no pasa nada), pero el ejercicio de haber dejado a menganita esperando "Y" tiempo, si yo fuese menganita, resulta impresionantemente desconsiderado y molesto.

Y si no se llega, pero se dice que se va a llegar, peor. Si sucede eso, muy tarde o no se llega (máximo cuando no se avisa), y el tiempo que le dedicas en presencia o en espera a alguien se ve desperdiciado, molesta porque se pudo ocupar en otra cosa u otra persona, y no quedó en uno, sino en aquel a quien se espera.

Si se entiende bien el punto, pasa lo siguiente: si aguien es capaz de jugar con algo tan esencial como mi tiempo, podrá tomarse a la ligera cualquier otra cosa mía, y no merece la pena. Cuando yo te digo llego, llegaré. Y por eso exigo que cuando me digas "llego", llegues. Y cuando me digas hora, la respetes. Y si no puedes hacerlo, me avises. Se le llama cortesía, pero a algunas personas hay que explicárselo con manzanas y ecuaciones. Yo lo dejo por escrito, por las dudas...

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lunes, 5 de abril de 2010

Consideraciones desde la Media Naranja

Tres cosas incuestionables: 1) consumir limón y ajo ayuda a conservar una salud ejemplar 2) no importa cómo sea cada quien, siempre es elemental cierta estructura de orden para practicar la vida y 3) nada ha dañado más la salud y el orden del ser humano que la práctica de la convivencia en pareja.

Y aunque el tema resulta polémico porque simplemente a todo el mundo le incumbe, aquí algunas divagaciones de por qué la busqueda y mantenimiento de una relación de pareja es no solo el problema más común que afecta a toda civilización (particularmente occidental) sino también el más incomprendido y, si se quiere llegar muy lejos, el más innecesario.

Porque detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer... ¿Por qué?

Partamos de una idea general: la noción de que somos seres incompletos en búsqueda de ser complementados. Todas las cosmogonías que conozco (pasando por las prehispánicas, hebreas, nórdicas y orientales) tienen ese eje en común: el de un ser humano dividido y un sentido de vida orientado a integrarse con el otro. Después, una desviación occidental hacia nuestra era: ya no se trata de complementarse CON un otro, sino DESDE otro, PARA otro, EN otro...

De repente, nace la Media Naranja. Ese ente que no es uno mismo y que complementará al sujeto para su realización, felicidad y bla, bla, bla. Bla, bla... Conciente o inconcientemente, la búsqueda de esa Media Naranja es un común denominador entre casi todos los individuos que compartimos este planeta.
Alimentado el concepto con la configuración capitalista del Amor (así es, ese sentimiento magnánimo y todopoderoso es, hoy por hoy, más una construcción social que un genuino sentimiento); reificado el "medio-cítrico" por siglos de composta argumentativa que va de las damas y los caballeros a las princesas de disney; de Edward Cullen y Crepúsculo a las telenovelas de televisa; de las películas románticas y no tanto, a las configuraciones de éxito y familia de una sociedad cualquiera.
Pero aquí la parte más interesante: la Media Naranja NO EXISTE. Punto.
... y Dios puso a Eva frente a Adán y le dijo: Adán, escoge a tu mujer...
Cada persona, por diferente que parezca y sea, tiene una cantidad de nodos de identidad tremenda. El ser humano es -se ha hecho- una entidad complejísima. Ricamente compleja, a veces hasta complicada. Pretender que otra persona (una sola) sea capaz de "complementar" a otra cualquiera, no solo es mucho pretender, sino que además es una pretención estúpida. Vaya: nadie es suficiente para completar a nadie, en términos de uno-a-uno.
La realidad de las relaciones, aunque suene frío y feo, es que uno se relaciona con otros por conveniencia. Conveniencia en el mejor sentido: yo estoy contigo porque algo hay en ti que me conviene, y viceversa. El sentido de interrelaciones humanas se da a partir de esta premisa en todos los niveles. Las personas "nos caen bien" o "nos caen mal" en relación con los puntos de conveniencia que se empatan en una posible relación. Hay gente que cubre y satisface ciertas necesidades en uno mismo, y hay gente que no embona y ya. Pero pensar que una sola persona sea capaz de cubrir TODAS las conveniencias y necesidades o deseos o llámeles-como-usted-guste... no sucede con frecuencia. No sucede. No.
El problema es que la Media Naranja es el mito que nos hace creer que puede suceder. Y eso no es lo malo, como de costumbre lo malo es que te lo creas. Y lo creemos. La gente pasa la vida buscando, soñando con, la persona que sea esa media naranja. El problema con buscar es que se generan espectativas. El problema con las espectativas es que arrastran frustraciones. El problema con las frustraciones es que, de darte cuenta que tu "media naranja" ni es tan media ni es naranja, pasas a intentar que lo sea.
Y cada vez más tú, y cada vez más yo, sin rastro de nosotros...
Si a la ecuación se le agrega el factor "propiedad privada" tan propio de nuestra cultura, se tiene un berenjenal bien interesante. Cuando una relación debería ser una estructura de convivencia organizada, de pronto parece que se vuelve una estructura de propiedad y pertenencia. Ella es MI novia, y yo soy SUYO. Y ojo: no estamos hablando de amor, enamoramiento o afecto, sino de mera convivencia en principio. De "aceptarse", en este esquema, se pasa a "tolerarse"; y de ahí a "sugerir que se cambie", que se acomode el uno al otro. El de la personalidad más blandengue termina por sucumbir. Las relaciones exitosas se median así. Y mi pregunta siempre ha sido ¿exitosa para quién?
El apego se hace manifiesto. Con este panorama podemos hablar de posesión, celos, arranques de ira, matrimonios frustrados, infidelidad, despecho, manipulación, machismo/feminismo exhacervado, y un sinfín de condiciones harto familiares y que ha sido más sencillo entender como normales, cuando un simple cambio de enfoque (como en casi todo) podría hacer innecesaria siquiera su concepción en el plano meramente de la simple idea.
Ok sí... y a todo esto ¿entonces que pedo?
Como ya son muchas letras, resumiré mis consideraciones.
Uno debería aprender a complementarse en varias personas, sin esperar que una sola nos cubra por entero. Toda persona que pretenda que uno sea su complemento total, representa un riesgo en tanto la imposibilidad de su pretención implica la frustración de la integridad de ambos desde el principio. Claro que el punto da para una disertación enorme, que en alguna otra ocasión tendré tiempo de escribir y/o discutir.
Uno debe dejar de buscar a una sola persona para complementarse. En el proceso de "buscar" alguien ideal, tendemos a dejar pasar a muchos sujetos que potencialmente aportan parte de nuestra complementación; esa que en el principio marcaba como el sino de toda cultura en este planeta. Pongámoslo así: la "media naranja" está hecha de gajos. Muchos gajos.
Uno debe, finalmente, aprender a convivir en el sentido de que una relación signifique un crecimiento conveniente para dos individuos cooperando. No se trata nunca de una relación de propiedad. Si se alcanza la noción de desapego en las relaciones, se alcanza una manera de convivencia integral y productiva. No más celos, posesiones, pretenciones, manipulaciones, infidelidades, y tanta mierda que le conviene a los que comercian con el Amor y sus derivados como quien comercia con lacteos.
Fe de erratas...
Cada cabeza es un mundo. Cada pareja, otro aparte. Estas son consideraciones personales; un mundo de mi forma de pensar compactada en un post en un blog cualquiera. Falta y sobra demasiado, lo sé; y para nada quisiera hacer parecer lo aquí escrito como una verdad o un axioma. Es un mero debraye (¿se escribe así? ¿se entiende?) que en lo personal me ha servido, como le ha servido a los muchos por ciento que me han llevado a entender este mundo así, y que además es una propuesta interesante para quien no deja de preocuparse por asuntos del corazón.
No es que no encuentren la respuesta, muchas veces es que no nos han enseñado cuál es la pregunta que había que hacerse. Lo pone a uno a pensar. Lo cierto es que yo ya no sufro de amores desde hace tiempo, y todas mis relaciones se han vuelto hermosas. Cambias la forma de ver las cosas, y las cosas cambian de forma. Es así, lo importante es ser feliz. Así que busca un orden, deja de buscar a tu principe/princesa, date la oportunidad y come mucho limón y ajo. Salud y Suerte!


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