martes, 29 de marzo de 2011

Problema de fondo

Retrato de un país con un problema: México que se revuelca en su mierda, mierda de corrupción y de mentira. Mierda de abusos de arriba para abajo, mierda de proyección de esos abusos de un lado para otro. Policías que detienen inocentes, legisladores que se meten cocaína hasta por la cola antes de firmar tratados antinarco, funcionarios que inflan cantidades astronómicas de dinero por obra pública que gasta mucho menos; presidentes que se aumentan bonos por riesgo de trabajo, que dicen que están dispuestos a pagar el precio de la guerra porque matan a todos menos a los suyos, porque el riesgo no es de ellos. Un país de cafres en el transporte público solventado por cafres en las oficinas. Que se queja de incompetencia por analfabeta funcional. Un país de quejumbrosos de a lengua lisiada, de censura disfrazada y de abuso de poder. Un país de solidaridad falsa cual moneda de tres pesos, un país de Televisa. Un país de 80 % pobres manejados por 20 % ricos, que no cabe en las estadísticas su realidad, que se ve jodido y se tapa las orejas y dice "la-la-la" soñando que se acerca al primer mundo. Pero ese no es el problema de fondo: esa es la consecuencia. El problema sigue siendo que te dejas, mexicano.

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martes, 22 de marzo de 2011

Moraleja de la pulga

Cuando un perro tiene muchas pulgas, se sacude. Es natural entender eso porque las pulgas pican, y si pican duele. Del mismo modo, el perro planeta Tierra es un ser vivo y las pulgas le pican. Son casi siete billones de pulgas; y es natural que se sacuda.

Cuando toca hablar de temas ambientales me encuentro con sentimientos encontrados: por un lado me gusta la idea de cuidar al planeta y tener la conciencia de la forma en que el consumo humano lo ha venido desgastando; por otro, me purgan los discursos ambientalistas de optimismo irrelevante que señalan con el dedo una responsabilidad ecológica que no pretendo atribuirme.

Y vamos: hago lo posible por cuidar el agua (no le jalo al baño hasta que sea necesario, uso la misma carga de agua para tres cargas de ropa en mi lavadora...), no despilfarro energía eléctrica a lo güey ni compro loros en peligro de extinción. Me preocupa el planeta. Me gusta el planeta. Pero observo más allá de mi nariz en el asunto tan perturbador del fin del mundo en curso: no sirve de nada apoyar en fb un movimiento de "darle un respiro al planeta" apagando mi luz de 7 a 8 de la noche para sentir que cambiamos las cosas.

No invalido los esfuerzos de quienes le dan "un respiro al planeta" ni digo que sea una causa errada. Pero yo lo veo así: apago la luz un par de horas y voy al cine (porque ni modo de estar en casa a oscuras) y veo una película espectacular. Hollywood no apaga sus luces una hora al mes; Las Vegas no apaga sus luces una hora al mes. Y son ese tipo de luces las que valdría la pena apagar para que el mundo de verdad tenga un respiro. Pero como no lo hacen, la responsabilidad está en los pequeños ciudadanos promedio que sí podemos. A mi parecer, la situación es una piedra de Sísifo que a estas alturas no puede cambiar.

Y cuando estas pulgas (chiquitas y grandotas) molestan demasiado, la Tierra se sacude. Haití, Chile, y la más reciente rascada en Japón. Pasa que el planeta se defiende, como es natural. Pero lo más interesante del fenómeno es la manera en que el planeta desenmascara nuestra estupidez; nos hace ver que no importa si somos 3 o 7000000000 pulgas, ni si somos grandes pulgas o pequeñas pulgas: somos pulgas nada más.

Porque resulta que Japón, aún a sabiendas de que es una isla en el pacífico sumamente propensa a catástrofes naturales marítimas, y aún a sabiendas de que además tiene accidentes geográficos muy inestables, y aún a sabiendas de que es una zona sísmica muy fuerte, toma a bien poner una planta de energía nuclear cerca de la costa. "No importa, con nuestra super tecnología podemos garantizar que la planta no causará problemas, que soporta sismos fuertes. Somos japoneses, la naturaleza nos la pela..."

Y no: la tierra se rasca y tiembla. Más fuerte de lo que pensaron que podría llegar a temblar a mediano plazo. Luego el agua se alborota y ya: el planeta se ha quejado de las pulgas molestonas. Luego las pulgas hacen el resto. La planta nuclear se vuelve más peligrosa que el maremoto y ¿quién pagará las consecuencias? Naturalmente los poderosos toman un helicóptero, salen del problema y comienzan sus programas de contingencia no-cunda-el-pánico, todo-está-bajo-control... y la gente que no tiene helicóptero es la que al final pagará el berenjenal con su vida o con un tormento radioactivo atroz. Probablemente la misma gente que cuida el agua, apaga su luz una hora al mes, recicla y junta firmas para evitar la caza de ballenas...

MORALEJA:
Un sismo de 12 grados partiría al planeta en 2. Los ricos y los pobres se mueren igual y sienten igual el frío o el calor. Podemos seguir hablando o bombardeando Liberia, podemos hacer lo que se quiera desde abajo para cuidar al planeta, ya sea no contaminando en chiquito o presionando para que no se contamine en grande. Podemos fanfarronear y pensar que nada nos puede suceder, que tenemos mejores planes de contingencia que en Japón, que tenemos mayores recursos que Haití, que nos podemos acostumbrar a ser Chile. Un sismo de 12 grados, literalmente, partiría al planeta en 2.

Al final lo más conveniente para un perro cualquiera, es simplemente no tener pulgas...

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lunes, 14 de marzo de 2011

Presuntos Culpables

(Puede contener Spoilers)

Jessi es amigo de un amigo. Caminaba por el boulevard 5 de mayo a eso de las 6 de la tarde y lo abordan tres policías. "Levante las manos ¿Qué tiene ahí? ¡Es marihuana! Újule". Le da tiempo decir que no traía marihuana, sino que se la plantaron. El policía lo acusa entonces de agredir a la autoridad. "No tiene pruebas" Macanazo a la cabeza. "Ahí está la prueba". En secuencia rápida: golpeado por los dos policías antes de subirlo al vehículo, sombras, esposado de ambas manos en un tubo, macanazos a cabeza y patadas en los genitales por otros 4 policías, sombras; de pronto en un cuarto con escolta de dos agentes encapuchados y rifles, un periódico extendido entre las manos con un octavo de kilo de marihuana (y amenaza previa: "si se te cae tantita, pobre de ti"). Junto a las escoltas, banners del gobierno federal y su lucha antinarcotráfico. Fotos. Un narcotraficante más detenido para que la droga no llegue a sus hijos... Después, 3 días después, liberado de noche. Terapia psicológica, pánico a la policía, resentimiento social.

Jaime, otro amigo de otro amigo, es propenso a realizar fraudes en bienes raíces con descarado cinismo. No importa, es amigo también de un magistrado y tiene un palco en el Cuahutemoc para reificar su amistad. La oficina de los trámites cierra a las 5, pero su amigo el magistrado puede "solicitar" que los papeles de Jaime se entreguen a las 6 si él no ha podido pasar por ellos e independientemente de que el personal ya no esté en hora laboral y tenga que regresar exprofeso o perder su chamba. Lo mismo que puede pasarse un alto en vuelta prohibida y patearle el culo (literalmente le pateó el culo) al agente de tránsito antes siquiera de que éste intentara obtener su correspondiente mordida. Al señor nadie lo toca. Todavía.

Cuenta una historia que el alcalde de una ciudad en la antigua Italia (no recuerdo detalles ahora mismo) estaba tan exasperado por el crimen en su ciudad, que mando destruyeran la cárcel y mataran a todos los presos. Dejó tan solo una celda en pie, donde cabía un hombre y no más. Un solo reo en toda la ciudad. Si alguien más era condenado por el crimen que fuera, mataban al encerrado y lo sustituían por el nuevo acusado. El crimen se resolvió en un mes, sin tanto circo.



Un documental mexicano circula por el país, buena noticia siendo un género tan poco popular en los masivos mercados de las exhibidoras de cine nacional. Un fenómeno mediático medio farnadulero de censura (como en "el crimen del padre amaro") lo catapulta todavía más, por morbo, a espectadores de todo el país. PRESUNTO CULPABLE se vende a gran escala. Por fin un discurso revelador tiene eco en la gente: la documentación del miserable sentido de la justicia en el sistema mexicano. No quiero hablar de lo obvio, sino de lo evidente. Lo obvio es que la impartición de justicia es descabelladamente absurda, injusta y prepotente como sistema en este país. Ver el documental basta para indignarse y bajar tantito la cabeza.

Lo evidente es, después, cómo se puede exhibir la incompetencia de QUIENES hacen justicia. ¿Esos son los jueces, como el que vimos en la película? Que me perdonen, pero su criterio es limitado y superficial. Su manejo de situaciones es paupérrimo, apenas tiene control de su dicción. ¿Esa la representante del MP? Un fallo de culpabilidad a pesar de que el único testigo en contra declara en voz alta no conocer al acusado. ¿Esos nuestros magistrados? 8 horas de discusión ante un video que cualquiera con un mínimo de estudio (o intuición) en lenguaje corporal puede determinar falaz. ¿Esos los judiciales? Gente que no puede ni siquiera recordar (ni queriendo hacerse pendejo) cuestiones fundamentales de su trabajo.

Ese es el panorama preocupante, el darse cuenta no sólo de que el sistema jurídico mexicano es una especie de broma de mal gusto (las estadísticas en el documental espantan) sino que, más allá del sistema, los responsables de hacer valer el orden social son incompetentes, mal preparados (que ni mentir bien pueden), y de completa "Pena ajena".

Estoy seguro que todos tendremos alguna anécdota como las tres que relaté arriba, todos podríamos compilar un documental masivo que le dé eco al que aquí nos ocupa. De las tres anécdotas ninguna debería suceder por mero Sentido Común. La tercera sería una posibilidad, siempre y cuando las cosas que Presunto Culpable pone en evidencia no sucedieran en un orden ideal de justicia. ¿Qué le podemos hacer? Le tengo más miedo a la pendejez que al narcotráfico, sobre todo cuando la pendejez se uniforma y tiene permiso para ejercer.

Una película de terror con final no tan feliz; todavía indeterminado.

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miércoles, 9 de marzo de 2011

De la subida del pasaje

Volvió a suceder. Entre protestas y resignadas el precio del transporte público aumentó en Puebla. Esta vez de 5 a 6 pesos, lo que afectó naturalmente la economía del ciudadano común y provocó la consecuente indignación generalizada; pese a que no fueron los 8 pesos que en una especie de "campaña de prevención" habían anunciado antes. Tal vez en espera de una ironía sugerida por gobernación estilo "Sí, le subimos y todo. ¡Pero ánimo! Nada más fue un pesito porque somos buena onda y no los tres que te íbamos a atorar en un inicio". Buen gobierno.

De ahí a lo que sigue: la protesta ciudadana que obedece al primer impulso y que (aunque su justificación tenía y en ello su validez) parece no querer sentir el sentido común ni aunque la agarren a palos. Los universitarios a protestar hasta el punto del desmadre (rayoneando paredes, haciendo paros estudiantiles, provocando granaderos...) la gente a las marchas pagando sus 6 pesotes para llegar a zócalo y hacer sonar su protesta, y algunos otros más a escribir en blogs y medios al respecto. La parte que más me gustó fue cuando se propuso por redes sociales una "protesta pacífica" que invitaba a la ciudadanía en general a no usar, por un día, el transporte público y caminar, andar en bicicleta, o ponerse de acuerdo con automovilistas para viajar "de aventón" o en grupos al trabajo. Ternura de iniciativa.

Y con todo esto, yo en lo particular me dediqué a ser testigo de la protesta con la que estaba de acuerdo. Tan solo que me pareció más elemental un punto de vista más proactivo. ¿Y si les pago los seis pesos y dejo de pretender que van a escuchar las necesidades de la banda? Vale, les pago. Pero entonces que se comporten civilizadamente en su conducir. ES AHI donde la protesta ciudadana se debe hacer sentir si se espera un cambio.

Manejan a la velocidad que se les da la gana, se cierran, atascan de gente el microbús con sus groseras maneras de EXIGIRTE "pase para atrás", se detienen donde no es parada a platicar a gritos con el chofer de la unidad que se empareje y se frene en doble fila para hacer el chismecito laboral, invaden el paso peatonal, doblan a la derecha desde el carril de alta velocidad... lo que quiera usted, lector, lo que se le ocurra o le haya tocado vivir. ¡Y por tratarnos así nos cobran 5 o 6 pesos!

La protesta es simple: paguemos el servicio pero exigamos un servicio. Somos clientes de los choferes, y mientras no exigamos un respeto digno, un servicio elementalmente respetuoso, una educación vial, cualquier aumento por justificado que esté seguirá siendo igual de estéril.

¡¡Inténtalo!! La próxima vez que un cafre al volante maneje su unidad como si pudiera manejar con igual impertinencia tu propia vida, exígele de la manera más enérgica que te sea posible que maneje bien y que respete la civilidad vial. Sin miedo y con seguridad. Usa el aumento de pasaje a tu favor: que comprenda que estás pagando lo que han pedido y que ahora les toca a ellos respetarte como usuario. Así sí, las protestas se dirigirán a un cambio favorable en el sistema de transporte público.

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lunes, 7 de marzo de 2011

2011: Cambiar las cosas.

Dejé de escribir en este blog. Al principio porque dejó de gustarme lo que escribía y después porque deje de escribir lo que me gustaba.

Pero se trata de cambiar, moverse, mejorar. Tantito porque uno quiere, tantito porque no queda de otra, porque así va el juego, porque hasta el Mundo gira y punto. Así que rescatándome de un ataque depresivo de haber dejado de escribir para sacar la cabeza por la ventana de la vida y darme cuenta de que las cosas afuera me gustan menos que mi blog, llegué a un par de conclusiones:

Primero: que o mi forma de entender al mundo no cuaja para nada con la forma que el mundo tiene de hacerse entender, o de plano la cosa es estúpidamente sencilla y el mundo se está yendo a los perros. O estoy mal yo, o está mal el mundo. Pero en cualquiera de los casos algo hace falta para que se sienta cierta suerte de equilibrio en la vida de un servidor; cosa que parece afectar a (casi) todos los demás, lejos de ser una sensación particular.

Segundo: que tengo el derecho de expresarme mientras pueda. Como todos. Porque mientras podamos, todos tenemos la opción de manifestar nuestras ideas y compartirlas para bien o para mal. Tantas ideas como personas, tantas formas de ver el mundo. Por eso, creo, es tan caóticamente divertido; por eso también no me gusta. Y como los que hacen que la cosa me resulte fea tienen los medios para impactar en otros y hacerme rabiar en el proceso, supongo que yo también he decidido hacer mi intento retomando este blog. Cosa que espero pueda afectar en (casi) unos cuantos de nosotros para modificar nuestra realidad.

Es un buen año para modificar nuestra realidad. Lo que no nos guste de ella, lo que no nos guste de nosotros, de los otros, de aquí y de allá. Se llama AMORFISTA porque le gusta quitarle la forma a las cosas; las cosas que vienen con una forma que no es necesariamente suya sino que así nos la presentaron, así la van vendiendo. Pero de las pocas cosas en las que sigo creyendo es en que si cambias la forma de ver las cosas, las cosas cambian de forma.

Aquí, este año nuevo, reestreno mi blog. Ahora se tratará de una presentación, estilo columna, de textos que expresen la forma como veo las cosas, por si podemos lograr que más gente se interese en cambiar sus puntos de vista. No a los míos, no se trata de convencer a nadie de que mi manera de ver el mundo es La Neta. Convencerlos de que encuentren un enfoque diferente sobre las cosas que aquí escribo. Esa es la nueva onda de este blog, esa también la invitación.

Publicando cosas de interés global muy en mi pedo todos los Lunes y Miércoles a partir de hoy. Bienvenidos.

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