martes, 9 de febrero de 2010

El grosero arte de ser sincero

La doble moral, ese exquisito objeto de estudio de ciertos locos enamorados de las dinámicas sociales, tiene una delgadísima línea entre ambas "morales" que a veces es complicadísimo determinar. Por ejemplo: el himen interpretativo entre la sinceridad y la grosería, que degenera a su vez en la siempre confusa relación sutil-hipócrita.

Habemos personas adictas a la Verdad. Sentimos un desenfrenado placer y un gusto gigantesco por expresarla y recibirla. A veces, dicen los muchos, la Verdad duele. Y es probable que así sea, pero hay que estar atentos al hecho de que la Verdad no duele por sí misma, sino por la forma en que es recibida.

No, dicen de nuevo los muchos. No se trata de recibir la verdad sino de la forma en que se dice. Y esa es la membrana a la que me refería. Si eres sincero, directamente sincero, la gente te tilda de "grosero". Vaya pues, que si te preguntan "¿te gustó?" y dices "no" te dicen "¡qué grosero!" No grosero porque no te haya gustado, sino porque tienes que recurrir a un eufemismo para ser socialmente asimilado. "pues... estubo bien" "más o menos" "no del todo..." pero nunca un NO directo, porque eso es grosero. Independientemente de si no te gustó en absoluto. El argumento es que puedes decir las mismas cosas de una manera "sutil", que no sea hiriente.

El atributo de hiriente no lo tiene por sí mismo la respuesta ni la palabra. Sino el contexto. ¿De verdad es ofensivo hablar directamente? ¿Resulta tan grosero ser sincero a ronco pecho? ¿Necesitamos maquillar nuestras respuestas para no herir la suceptibilidad del otro? No, amigo mío, no es necesario. Lo que convendría es entrenar nuestras suceptibilidades para que no se hieran ante cuestiones tan fundamentales. Y las "cuestiones fundamentales" pueden ser tan profundas como se quiera.

Actualmente, cuidar el autoestima es importante. Conviene ser sutil en nuestra forma de relacionarnos. Los negros se lastiman si no se les llama afroamericanos; las putas no son putas, es grosero (llamémoslas sexoservidoras). Tu novia jamás se verá gorda, y el vestido que escogió se le debe ver bien siempre; aunque tu trabajo "pudo estar mejor", nunca está mal del todo. El autoestima en riesgo. La forma más baja de ser hipócrita, el mejor escudo para no ser grosero, la manera eufemista de ser sincero...

¿Y si cambiara la dinámica? Si pudieras preguntar "¿me veo gorda?" y te pudieran decir "sí, de hecho" y lo asimilaras como un "orale, estoy gorda" y san-se-acabó? La realidad es que el autoestima no se lastima por este fenómeno, sino porque nos han educado para que nos sintamos ofendidos por ello. Porque son "groseros". Pero una persona que pueda aceptar la sinceridad del otro con lo directo y crudo que puede ser, desde mi punto de vista, sería un autoestima elevada. Porque sería un autoestima sincero y no otro juguete de los muchos.

La dinámica no va a cambiar. Lo sabemos todos. Y los puntos de vista al respecto se pueden disparar al infinito y un debate salido de la nada puede llevar todos los minutos que se pueda querer. La Verdad es que, para los que amamos ser sinceros, nuestro mérito está más en saber recibir la Verdad que en pretender decirla. Y nuestra frustración viene de ahí, de que amamos recibir las cosas como son y nuestro contexto se empeña en disfrazar respuestas. ¿Quién es entonces el grosero aquí?

4 comentarios:

Unknown dijo...

ME gusta el texto, también soy de los que nos gusta recibir la verdad. Paco avisame cuando publiques uno nuevo para que este pendiente

Unknown dijo...

una vez escuche y me parece cierto "solo un tonto iria diciendo la verdad permanentemente" hay que ser cuidadoso al que sabe que es feo no le gusta que le digan feo, ser sincero no es facil asi a menos que seas platon o aristoteles mejor quedate con que lo principal son los sentimientos y proteccion de la otra persona. seria muy arrogante creerse capaz de ir por ahi diciendo lo que uno piensa de los demas.
este articulo me parece ireal y vacio. solo un pensamiento vago de una persona que escribio lo que penso, pero no apto para llevar a la practica

Individuo80 dijo...

Hola, voy diciendo palabras hirientes para todo el mundo y así parezco cool y antisistema.

3250458 dijo...

Estoy saliendo con un señor que se jacta de ser "brutalmente sincero", por momentos siento que raya en la grosería. Mi autoestima no es la más elevada, y por ello me puse a buscar información al respecto, para ver hasta donde mi susceptibilidad es excesiva, y hasta donde su falta de tacto hiere sin misericordia. Leí el artículo, y fue como encontrar el retrato de "mi amigo"... por suerte me detuve en los comentarios... y estoy totalmente de acuerdo con Álvaro... es de arrogantes creerse dueños de la verdad y andar diciendo sin filtros todo lo que piensan sin considerar la sensibilidad de los demás.
Sin ánimo de hacerme la analista (a leguas estoy de serlo) creo que esos "brutalmente sinceros" tienen sus propios "talones de Aquiles", y los enseñan descarnadamente, con un tono de "ni mella me hace, soy así", y se mofan de "su debilidad"... lo dicen para que no se lo digan, si se lo dijéramos con sutileza, te dirían "ya lo sé, ya te lo dije"...y si se lo dijéramos con brutal sinceridad (grosería) a cambio recibíamos una andanada de groserías sobre nuestra persona. ¿Me equivoco mucho?
Posiblemente detrás de esa falta de sensibilidad, de esa brutal sinceridad hay mucha inseguridad, baja autoestima, que se defiende hiriendo antes de que la hieran, se alimenta de la baja autoestima de los demás... pues de una manera u otra, todos tenemos algún daño en nuestra autoestima, y no todos lo exhibimos bajo riesgo de que nos golpeen ahí mismo, sino que muchos eligen diferentes estrategias para protegerse de no sufrir... lo que incluye, en algunos casos, pegar antes de que te peguen.

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