martes, 3 de noviembre de 2009

La educación por el arte y viceversa

Cuando uno se dedica al Teatro en nuestro contexto -y tal vez también a toda manifestación del arte- es muy difícil vivir de ello. Muchas veces uno recurre a otros trabajos; por ejemplo: la docencia del arte en cuestión. Cuando encuentra (como es mi caso) una vocación en la docencia artística, se termina por aprender muchas cosas por encima de lo enseñado.

El siguiente es un escrito de mediana protesta ante las circunstancias en que esa educación ha devenido. Lo sugiero como comentario y no como acusación, pero mientras mi voluntad de escribir y protestar puedan darse la mano, mi trabajo será encontrar espacio para su comunión. Aquí va:

Es el arte una manera hermosa de educar. Desde una perspectiva lúdica en los niños, hasta un espíritu crítico en los adolescentes y jóvenes y adultos. El arte desarrolla competencias y habilidades prácticas de mucha utilidad. Cuando damos clases de arte en una primaria, secundaria o preparatoria, de sobra sabemos que no estamos entrenando actores o artístas profesionales. Las habilidades que el arte explota no sirven para el arte en este nivel, sirven para la vida: sensibilización, trabajo en equipo, expresión, análisis crítico, autoconocimiento y conocimiento del entorno, disciplina, desinhibición, seguridad, autocontrol, etcétera. Amén de las habilidades específicas que se desarrollan a nivel físico, como en el caso de la música el desarrollo del oído, en la pintura la capacidad de abstracción y en el teatro o la danza el desarrollo psicomotriz y demás curiosidades anatómicas. La docencia del arte se dirige entonces al desarrollo de estas habilidades en el individuo sin la pretención de que su aplicación se oriente exclusivamente al arte: lo mismo ayudan al sujeto en una presentación escénica como en una exposición en clase, una discusión en una salida social o una importantísima junta de trabajo.

Muchos ensayos ya he escrito sobre el menosprecio que el sistema educativo, en su configuración actual, sigue otorgando a la materia de arte en los programas de nivel básico, medio y medio superior. No cabe aquí ahondar en esos tenores. Aquí sugiero un estudio de caso, hipotético si se quiere, en que el enfoque de la educación por medio del arte se frena por quien debería promoverlo. Porque uno como profesor ha de cumplir con el programa o el objetivo de la materia, muchas veces reducido a la presentación de los alumnos en festivales escolares sin importar el desarrollo individual, que sugiero como ventaja en el párrafo de arriba.

En una escuela una vez (y por ejemplo) nos prohibieron que los alumnos realizaran figuras acrobáticas en las coreografías de comedia musical. El argumento de la dirección: es peligroso para los alumnos, no están preparados. No se hicieron figuras estéticas ni acrobáticas y nos limitamos a la coreografía plana. Más adelante, en el mismo proceso, nos prohibieron que los alumnos tuvieran contacto físico entre sí. El nuevo argumento: el morbo en los alumnos... peligroso, no están preparados...

Este estilo de mentalidad, que espero no sea el que impera en otras escuelas, entorpece y ensucia el desarrollo de la educación artística y la educación en general. Además, claro, de que va en contra del Sentido Común. ¿Cómo se espera que un estudiante esté preparado para realizar labores complejas si no se le entrena para tal? ¿Cómo se usa un argumento como "el morbo" si no se permite trabajar en las dinámicas específicas para anular el morbo como tal? La lógica parece ser: el alumno no puede correr 1 kilómetro porque no tiene condición física. Cuando en realidad, evidentemente, la lógica debe ser: ¡el alumno tiene condición física porque corre un kilómetro!

Con esas obstrucciones mentales en la cabeza de quienes dirigen las instituciones educativas, el desempeño del docente en arte se verá tan limitado como aquí sigue. Hace falta entender que la educación artística propone métodos de desarrollo individual orientados a la integración del ser humano como ente personal y como ente social. Hace falta darse cuenta de la herramienta que esto puede representar en los estándares de calidad educativa de un país como el nuestro. Hace falta que se le otorgue algo de importancia a la materia más allá del "taller" menor que hasta ahora es; porque en la lógica expuesta y cualquier cúmulo de adicionales en el entorno cultural de nuestro país, es precisamente en donde se generan los ciudadanos limitados que forman el cimiento de la sociedad jodida de que tanto gustamos de quejarnos.

Y no es que en el arte esté el hilo negro de la educación. Es que en el tratamiento que se le ha dado al arte está un buen pedazo del cachito podrido de la manzana. Nada más eso.

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