sábado, 28 de noviembre de 2009

Va del éxito!

Angustiando por no conocer el sentido de mi vida, la razón por la que hago las cosas ni para qué las sigo haciendo, hube de conversar con infinidad de personas (la infinidad es siempre un término relativo); no tanto para encontrar mi sino, sino para entender el de los otros y darme guías entre mis semejantes. La constante: una noción del éxito.
Cosa que me resulta tramposa, desde el planteamiento del éxito en la vida urbana. Tener éxito es cumplir con tus objetivos, realizar tus metas. Aquí la primera paradoja: si mi problema era no tener metas ¿proponerme el éxito como objetivo? Es como empezar la carrera un paso atrás del arranque y en cuatro segundos llegar a la meta... Pero el éxito es (dicen que es) la excusa para luchar por algo. ¿Y si mi meta es la muerte? ¡Tengo asegurado el éxito! ¿Qué tanto habría de luchar por algo que tengo ganado? Soy exitoso al fin.
Y eso es algo bien curioso. Levantose una encuesta casera (en el mero afán de practicar la arquitectura del ocio) y resulta que todo aquel que fue encuestado se considera a sí mismo "exitoso". Lo considera así el tío dueño de mil propiedades, con amante joven y carro de lujo; también lo considera así la estudiante de secundaria sobreprotegida y el amigo enfermito terminal con deudas hasta el gaznate. Todos somos exitosos en la medida en que nos sintamos a gusto con nuestro modo de vida. Si todos somos exitosos, el concepto de "éxito" pierde su caracter de meta (algo a donde llegar). ¿Entonces?
¡Entonces el EXITO sirve para escribir libros de autoayuda y nada más! Tener éxito = tener más. Más comodidades, más lujos, más satisfacciones, más autoridad, más prestaciones, más amigos, más felicidad. Esto no lo digo yo, yo pienso algo diferente. Esto sale por observación inverosímil de la gente. Luchar por... aspirar a... ambicionar el... tener... éxito. Somos entes competitivos por cultural naturaleza. Pasamos la vida haciendo todo por ser felices, por ser personas productivas (o no) pero exitosas. Pero más allá de eso, pasamos más vida preocupándonos por cómo conseguirlo, por si lo estamos logrando, si algo estamos haciendo mal.
Haz la prueba: entra en una librería y date cuenta de cuánto libro (pseudolibro) existe para cuestiones de éxito: éxito en las finanzas, en las relaciones personales, en los negocios; éxito espiritual, profesional, intelectual... ¡Cuánto dinero se gasta en leer la manera de hacer más dinero! ¡Cuánto tiempo se tira en leer sobre la manera de aprovechar más el tiempo! Cuánta mierda (caray ¡cuánta mierda!) nos metemos en la cabeza entre el zodiaco y el presidente municipal, entre la universidad (que no la vocación en muchos casos) y las comparaciones con el otro, con el europeo, con el extraño. Cuánto parámetro entre estar bien y estar mal.
Y al final, cosa curiosa en demasía: a la simple pregunta de "te consideras exitoso" la respuesta es espontánea, sincera, y verdadera: "sí, de hecho sí". ¿Entonces para qué tanto pelear con los esquemas? ¿Para qué tanto apego, tanta preocupación, tanta nece(si)dad de crecer?
El éxito (lo leí en un blog harto concreto) es ser feliz sin tener que demostrárselo a nadie. Linda y mejor definición. Y yo sugiero que todo el mehoyo del éxito no está en ser más y mejor, o en realizar tus metas. El éxito al final se trata de aprender a tener lo justo y necesario... y no tener problemas por ello.

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