miércoles, 9 de marzo de 2011

De la subida del pasaje

Volvió a suceder. Entre protestas y resignadas el precio del transporte público aumentó en Puebla. Esta vez de 5 a 6 pesos, lo que afectó naturalmente la economía del ciudadano común y provocó la consecuente indignación generalizada; pese a que no fueron los 8 pesos que en una especie de "campaña de prevención" habían anunciado antes. Tal vez en espera de una ironía sugerida por gobernación estilo "Sí, le subimos y todo. ¡Pero ánimo! Nada más fue un pesito porque somos buena onda y no los tres que te íbamos a atorar en un inicio". Buen gobierno.

De ahí a lo que sigue: la protesta ciudadana que obedece al primer impulso y que (aunque su justificación tenía y en ello su validez) parece no querer sentir el sentido común ni aunque la agarren a palos. Los universitarios a protestar hasta el punto del desmadre (rayoneando paredes, haciendo paros estudiantiles, provocando granaderos...) la gente a las marchas pagando sus 6 pesotes para llegar a zócalo y hacer sonar su protesta, y algunos otros más a escribir en blogs y medios al respecto. La parte que más me gustó fue cuando se propuso por redes sociales una "protesta pacífica" que invitaba a la ciudadanía en general a no usar, por un día, el transporte público y caminar, andar en bicicleta, o ponerse de acuerdo con automovilistas para viajar "de aventón" o en grupos al trabajo. Ternura de iniciativa.

Y con todo esto, yo en lo particular me dediqué a ser testigo de la protesta con la que estaba de acuerdo. Tan solo que me pareció más elemental un punto de vista más proactivo. ¿Y si les pago los seis pesos y dejo de pretender que van a escuchar las necesidades de la banda? Vale, les pago. Pero entonces que se comporten civilizadamente en su conducir. ES AHI donde la protesta ciudadana se debe hacer sentir si se espera un cambio.

Manejan a la velocidad que se les da la gana, se cierran, atascan de gente el microbús con sus groseras maneras de EXIGIRTE "pase para atrás", se detienen donde no es parada a platicar a gritos con el chofer de la unidad que se empareje y se frene en doble fila para hacer el chismecito laboral, invaden el paso peatonal, doblan a la derecha desde el carril de alta velocidad... lo que quiera usted, lector, lo que se le ocurra o le haya tocado vivir. ¡Y por tratarnos así nos cobran 5 o 6 pesos!

La protesta es simple: paguemos el servicio pero exigamos un servicio. Somos clientes de los choferes, y mientras no exigamos un respeto digno, un servicio elementalmente respetuoso, una educación vial, cualquier aumento por justificado que esté seguirá siendo igual de estéril.

¡¡Inténtalo!! La próxima vez que un cafre al volante maneje su unidad como si pudiera manejar con igual impertinencia tu propia vida, exígele de la manera más enérgica que te sea posible que maneje bien y que respete la civilidad vial. Sin miedo y con seguridad. Usa el aumento de pasaje a tu favor: que comprenda que estás pagando lo que han pedido y que ahora les toca a ellos respetarte como usuario. Así sí, las protestas se dirigirán a un cambio favorable en el sistema de transporte público.

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