lunes, 14 de marzo de 2011

Presuntos Culpables

(Puede contener Spoilers)

Jessi es amigo de un amigo. Caminaba por el boulevard 5 de mayo a eso de las 6 de la tarde y lo abordan tres policías. "Levante las manos ¿Qué tiene ahí? ¡Es marihuana! Újule". Le da tiempo decir que no traía marihuana, sino que se la plantaron. El policía lo acusa entonces de agredir a la autoridad. "No tiene pruebas" Macanazo a la cabeza. "Ahí está la prueba". En secuencia rápida: golpeado por los dos policías antes de subirlo al vehículo, sombras, esposado de ambas manos en un tubo, macanazos a cabeza y patadas en los genitales por otros 4 policías, sombras; de pronto en un cuarto con escolta de dos agentes encapuchados y rifles, un periódico extendido entre las manos con un octavo de kilo de marihuana (y amenaza previa: "si se te cae tantita, pobre de ti"). Junto a las escoltas, banners del gobierno federal y su lucha antinarcotráfico. Fotos. Un narcotraficante más detenido para que la droga no llegue a sus hijos... Después, 3 días después, liberado de noche. Terapia psicológica, pánico a la policía, resentimiento social.

Jaime, otro amigo de otro amigo, es propenso a realizar fraudes en bienes raíces con descarado cinismo. No importa, es amigo también de un magistrado y tiene un palco en el Cuahutemoc para reificar su amistad. La oficina de los trámites cierra a las 5, pero su amigo el magistrado puede "solicitar" que los papeles de Jaime se entreguen a las 6 si él no ha podido pasar por ellos e independientemente de que el personal ya no esté en hora laboral y tenga que regresar exprofeso o perder su chamba. Lo mismo que puede pasarse un alto en vuelta prohibida y patearle el culo (literalmente le pateó el culo) al agente de tránsito antes siquiera de que éste intentara obtener su correspondiente mordida. Al señor nadie lo toca. Todavía.

Cuenta una historia que el alcalde de una ciudad en la antigua Italia (no recuerdo detalles ahora mismo) estaba tan exasperado por el crimen en su ciudad, que mando destruyeran la cárcel y mataran a todos los presos. Dejó tan solo una celda en pie, donde cabía un hombre y no más. Un solo reo en toda la ciudad. Si alguien más era condenado por el crimen que fuera, mataban al encerrado y lo sustituían por el nuevo acusado. El crimen se resolvió en un mes, sin tanto circo.



Un documental mexicano circula por el país, buena noticia siendo un género tan poco popular en los masivos mercados de las exhibidoras de cine nacional. Un fenómeno mediático medio farnadulero de censura (como en "el crimen del padre amaro") lo catapulta todavía más, por morbo, a espectadores de todo el país. PRESUNTO CULPABLE se vende a gran escala. Por fin un discurso revelador tiene eco en la gente: la documentación del miserable sentido de la justicia en el sistema mexicano. No quiero hablar de lo obvio, sino de lo evidente. Lo obvio es que la impartición de justicia es descabelladamente absurda, injusta y prepotente como sistema en este país. Ver el documental basta para indignarse y bajar tantito la cabeza.

Lo evidente es, después, cómo se puede exhibir la incompetencia de QUIENES hacen justicia. ¿Esos son los jueces, como el que vimos en la película? Que me perdonen, pero su criterio es limitado y superficial. Su manejo de situaciones es paupérrimo, apenas tiene control de su dicción. ¿Esa la representante del MP? Un fallo de culpabilidad a pesar de que el único testigo en contra declara en voz alta no conocer al acusado. ¿Esos nuestros magistrados? 8 horas de discusión ante un video que cualquiera con un mínimo de estudio (o intuición) en lenguaje corporal puede determinar falaz. ¿Esos los judiciales? Gente que no puede ni siquiera recordar (ni queriendo hacerse pendejo) cuestiones fundamentales de su trabajo.

Ese es el panorama preocupante, el darse cuenta no sólo de que el sistema jurídico mexicano es una especie de broma de mal gusto (las estadísticas en el documental espantan) sino que, más allá del sistema, los responsables de hacer valer el orden social son incompetentes, mal preparados (que ni mentir bien pueden), y de completa "Pena ajena".

Estoy seguro que todos tendremos alguna anécdota como las tres que relaté arriba, todos podríamos compilar un documental masivo que le dé eco al que aquí nos ocupa. De las tres anécdotas ninguna debería suceder por mero Sentido Común. La tercera sería una posibilidad, siempre y cuando las cosas que Presunto Culpable pone en evidencia no sucedieran en un orden ideal de justicia. ¿Qué le podemos hacer? Le tengo más miedo a la pendejez que al narcotráfico, sobre todo cuando la pendejez se uniforma y tiene permiso para ejercer.

Una película de terror con final no tan feliz; todavía indeterminado.

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