domingo, 16 de agosto de 2009

Va del hambre

Lo cuento nada más así, a manera de intempestiva anécdota y lo más literario que se me ocurra.

Sucede que por causas autoprovocadas y razones que ya tocaré en algún otro post yo, pequeño burgués semiacomodado, me quedé sin dinero. Lo que se dice sin dinero: ni un condenao peso en el bolsillo, ni comida, ni teléfono, ni internet, ni pasajes...

Caminaba a buscar a un amigo que me adelantara algo de lo que gano en el teatro, a fin de comer algo. Llevaba 1 día y medio sin comer nada (miento: comí 6 hielos que había en el congelador y los otros 6 los derretí para beber algo, neta). Caminaba porque no hubo pal pasaje. Y se siente muy mal, tener que caminar con tanta hambre. Y pensé en la gente que hace del hambre su cotidiano.

Mira que me choca poner fotos que pretendan conmover - bien a lo reportaje de tv azteca - sobre el tema que se trate. Pero en esta ocasión me vino la gana regalar dos cuadros no conmovedores sino documentales.

Es la gente que no tiene esperanza de vida, que come hormiga si a la hormiga le parece. Es la gente hambre, la que se moriría de risa si leyera que pensé en ella tras 36 horas sin comer, y se moriría de pena por quien come las 5 veces diarias que el nutriólogo le sugiere sin pensar siquiera en ellos. Pero no mueren de risa ni de pena: mueren de hambre. Morir de hambre. Es algo más cabrón de lo que suena, quisiera de momento imaginar.

Y la reflexión se volvió oscura: cuando el universo se implosionó (o papá dios hizo al mundo, pa quien guste) y las cosas se crearon, la mierda era mierda y el oro era oro. Y la mierda y el oro valían para la Tierra lo mismo, salvo que el oro no fertilizaba nada. Y en algún momento el ser humano, con la civilización en pañales como era natural, volvió más valioso al oro que a la mierda, porque brillaba más o ve tú a saber por qué. Y no fue malo, fue una idea a favor del orden y de la interacción. Lo malo fue cuando, sin que pidieran la opinión de quienes merecían opinar, se comenzó a darle más valor al oro que a la gente; y ahí sí me encabrono porque entre la gente y la mierda existe, todavía hoy, una diferencia.


Y nació la "sociedad de consumo" y con ella empezamos a darle valor a quien tenía más valores. A lo mejor, lejos del fanatismo que trastoca el asunto en injusticia, no estaría tan mal el modelito. ¡Pero hay cosas que son elementales! Yo puedo entender que ese cabrón tenga un Mercedes y yo tenga que caminar a mi destino; puedo enojarme, pero puedo entender. Yo puedo entender que un diputado gane al mes lo que yo voy a ganar en 2 años, no pague un puto impuesto y con los que pago yo se compre un rolex, aunque no arreglen el reloj del parque y uno tenga que aprender a ver la hora con la sombra del mediodía. No puedo, todavía y sin embargo, entender que un cabrón no pueda comerse una pera sin pagarla. Peor: que el amigo que cultiva las peras, que las cosecha y las agrupa en la tierra de su casa, no pueda comerse alguna sin pagarle a quien lo emplea: el hombre de la Ford Lobo que paga a peso el kilo de naranjas y las vende en lo que quiera.

Que todos coman, porque la comida alcanza - ma cae que alcanza - y, ya comidos todos, que el que quiera y pueda y dejen se compre otras dos naranjas o un Mercedes o un curul. Fotos como las de arriba son innecesarias. Aquí, deste lado, nos parece hablar de hambruna una forma atractiva de sentirnos seres sociales: con el kilito de ayuda de aurrerá, o la bolsa de frijol en six flags, o los conciertos de bono y las ayudas multimillonarias de la publicidad altruista de algunos famosos que - no se entienda mal - ayudan a solucionar un problema real. Mi postura sigue siendo que es un problema gratuito; que la cosa no está en buscar solución al hambre sino en tener el sentido común de que el hambre no debería exisitir de entrada. ¿Por qué fabricar pantalones rotos para después tener que remendarlos? (y la voz de adentro: "porque somos consumidores, no humanos").

Sé que no vamos a acabar al hambre, y sé que hay intereses políticos en que esto suceda así, y sé que al mundo no le importa... pero ¡chingaos! ¡Está del carajo! No te voy a decir que no comas en mcdonals o que siembres tus propias lechugas o que dones tus bienes a favor del hambriento en África; no tendría el menor sentido. Te pido en cambio que pienses en lo que me vino a mí a la cabeza y le concedas importancia. Tener conciencia de las cosas es acaso el primer paso para generar una sociedad más humana y menos mierda que la que hemos consentido.

Y si un carnal te dice que lleva algunas horas sin comer, no te pongas muy rejego y regálale un sandwich o algo por el estilo. No lo digo por mí aunque parezca: hay carnales por ahí que no te piden nunca nada porque nunca les preguntas. Sal a ver si es cierto (y lleva un sandwich por si acaso...)


P.D. La última foto siempre me ha parecido hermosa, la dejo de regalo:

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