
Confieso haber leído el primer libro con devoción. La idea era tener competencia textual con mis alumnas, que no hablaban de otra cosa que del maravilloso libro con el maravilloso tema con la maravillosa acción. El segundo ni ganas de leerlo; y de no ser por el espíritu de la curiosidad (cuya encarnación pareciera que yo soy) no habría visto la película. ¿Para qué ver lo que ya se sabe que es lo mismo que se vio? Lo mismo que se viene viendo desde Televisa hasta las nuevas generaciones de Barbies y Bratz.
Dejemos de lado las libertades creativas que se autoconcedió la autora para pasarse por la entrepierna siglos y siglos de tradición literaria de licantropía y vampirismo; dejemos de lado también las cuestiones de producción que hacen a la película deficiente. Vayamos al centro de la crítica: el amor. O más bien dicho la caricatura del amor, grotesca y tal, que la película no para de repetir.
La figura de Bella (hasta el nombre es un cliché...) como la niña boba, enamorada platónicamente del hombre perfecto (el príncipe, el galán mediático, el guapo de telenovela, el imaginario colectivo...) puesta enteramente a sus pies. ¡Las reproducciones masivas de "bellas" en la vida real es estremecedora!
Soy testigo, por mi trabajo como profesor de primaria-secundaria-preparatoria, del impacto que esta representación del amor tiene sobre las adolescentes, que queriendo o sin querer siguen reproduciendo el esquema una y mil veces. Creo que cada generación tiene sus referentes culturales, sí; pero ¿cuándo pensamos cambiar de enfoque? Una Bella que se queda frente a la ventana 3 meses porque su hombre ideal (idealización de hombre, mejor) la abandonó. Nada que hacer, dependiente completa de las circunstancias del tercero, viéndolo hasta en la sopa por su necesidad autoinducida de ser protegida. La invitación a encontrar el "amor verdadero" en la sumisión de la voluntad, en la imagen de la niña idiotizada por el otro, de la autorrealización a partir del otro, del amor que todo sacrifica y nada entrega. La eterna búsqueda de un amor que no existe más que en la literatura; y si se me permite, de un buen tiempo para acá hasta la literatura se quitaba de obviedades y delineaba un amor más inteligente.
Con Crepúsculo suceden dos cosas: las chavitas van construyéndose a sí mismas como dependientes de ese amor platónico, que es de plástico y es ingenuo hasta en su definición. En lugar de entregarse a lo que se puede ir sintiendo en términos reales, se frustran por buscar el "modelo" sugerido en el librejo y no encontrarlo. Si no es como Edward Cullen, no merece ser amado. Y la palabra "frustración" es terminalmente pesada en ese momento, porque Cullen no es válido ni para su propio relato, vaya pues.
La segunda cosa es una consecuencia directa tal vez más abrumadora: como no hay Edward Cullens en la vida real, nos proyectamos con el personaje del librito. ¡Y lo proyectamos a un actor! Y Pattinson adquiere todos los atributos de un personaje irreal, como sucede seguido en el medio. Malo no es que el personaje sea más grande que su intérprete... malo que se lo crean.
Así, el facebook está tan lleno como la escuela (y la escuela como la calle) de gente que busca el amor como Bella. De frases gastadas que pudieron ser útiles en el siglo XVII pero a estas fechas, digo yo, ya estamos para otras cosas. En la espera de un amor que todo lo resuelva, que a todos los someta, que las vuelva sumisas y dependientes y apegadas a un hombre ideal que, técnicamente, nada de ideal tiene más que su estrategia de venta. ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Qué tan válido es un modelo de relación así en un contexto ASI, como el nuestro, como el cada día? Dirás que no se trata de lo que se pueda hacer, sino de lo que te permita soñar. Aún así: ¿soñar con eso? ¿aspirar a eso? La Verdad es que existen configuraciones del amor y relaciones de pareja mucho más ricas, mucho más significativas y mucho más valiosas que ese esquema del "amor imposible/pero eterno". Amor que se puede buscar compartir y no buscar merecer. Sigue siendo cosa de cada quién.
Yo tan solo espero que los crepusculofílicos se pongan a pensar aunque sea un poquito en sus motivaciones. Leer más, leer más cosas (por ejemplo), puede ser un buen inicio para profundizar en el tema.